martes, 15 de marzo de 2011

BUCANDO UN PORQUÉ…

Algo muy común al acabar una relación amorosa de cualquier tipo es preguntarse constantemente el porqué de esta nueva situación, qué sucedió para que todo se rompiera, ¿porqué cambió de opinión? Porqué quería estar contigo y ahora no… Bien, la verdad es que no sirve de mucho atormentarse con esta pregunta porque en la mayoría de los casos no va a tener respuesta, si alguien lo obtiene se puede sentir afortunado por llegar a entender que sucedió, pero como decíamos, hay muchas veces que no la vamos a obtener nunca, por varias razones: bien porque ni la persona misma sabe ese porqué (no veía claras las cosas y ha decidido dejarnos), ha dejado de sentir amor por nosotros (y para esto no existe un porqué, no sabemos por qué dejamos de querer a alguien al igual que no sabemos porqué empezamos a quererlo) y tristemente en muchos otros casos la otra persona no se va a atrever darnos el verdadero porqué (“nena, no es por ti, es lo de siempre”), así que lo mejor será que no nos desesperemos en intentar entender algo que muchas veces no tiene explicación, lo mejor será mirar adelante y seguir con nuestra nueva vida, llena de esperanza y nuevas y enriquecedoras experiencias.
Aquí os dejo un fragmento del libro Tengo Ganas de Ti, de Federico Moccia, que ejemplifica claramente de esto de lo que os hablo, y a mí por lo menos me consuela, y quiero compartirlo con vosotros:
“Y otra vez.... Otra vez tú. Pero no teníamos que volver a vernos... Y siento todo mi dolor. Lo que no sé, lo que no he vivido, lo que ahora me falta. Para siempre. ¿Cuántos brazos te han estrechado para convertirte en lo que eres? Cuánta razón tienes. Qué cierto es. Qué importa. Al fin y al cabo, ella no me lo dirá, por desgracia. Por eso me quedo en silencio. Y la miro. Pero no la encuentro. Entonces voy a buscar esa película en blanco y negro. Toda una vida. Esas noches pasadas en el sofá. Lejos. Sin conseguir darme una explicación. Arañándome las mejillas, pidiendo ayuda a las estrellas. Fuera, en el balcón, fumando un cigarrillo. Siguiendo después ese humo hacia el cielo, arriba, más arriba aún… Allí, donde precisamente habíamos estado nosotros. Cuántas veces he nadado en ese mar nocturno, me he perdido en ese cielo azul, llevado por los efluvios del alcohol, con la esperanza de encontrarla otra vez. Arriba y abajo, sin tregua. La primera estrella a la derecha y después todo recto hasta la mañana. Y otras muchas y a todas les preguntaba. Y a mi alrededor ese silencio de estrellas entrometidas. El ruido molesto de mis lágrimas agotadas. Y yo estúpido, buscando y esperando encontrar una respuesta. Dadme un porqué, un simple porqué, cualquier porqué. Pero qué idiota. Ya se sabe. Cuando un amor se acaba se puede encontrar todo, excepto un porqué.”

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